Una reflexión personal sobre cómo la industria que amamos puede acabar drenando la pasión que nos trajo hasta aquí.

Nunca tuve claro qué quería ser de mayor. Me sentía bastante perdido, sin un propósito definido. Aún así había algo constante, algo que siempre estuvo ahí acompañándome: los videojuegos. No sabía que quería contar historias, ni que quería dedicarme a lo visual, pero los videojuegos me fascinaban. Me atraía su magia, la manera en que podían hacerme sentir cosas, llevarme a otros mundos, hacerme pensar. Tenía una curiosidad inagotable por cómo estaban hechos, por todo lo que había detrás.

Empecé a hacer videojuegos por la programación. Era lo más accesible para mí en ese momento. Entré como programador, trabajando con Unity, conectando piezas, integrando assets. Pero cada vez que me tocaba meter un personaje o un escenario en el motor, algo dentro de mí se encendía. Me quedaba embobado mirando esa vida que transmitían los modelos, texturas, animaciones… de cómo algo inerte cobraba vida en pantalla y de cómo yo estaba participando en ello.

Hasta que un día, me di cuenta de que lo que realmente quería era hacer eso. Crear yo mismo esos mundos, esos personajes. Y entonces di un cambio: Dejé de ser programador para convertirme en artista 3D.

Ese fue mi primer pivote. Una mezcla de hambre, inconformismo y amor por la narrativa visual.

Así que lo dejé todo y me lancé a aprender 3D. Me obsesioné. Fundé incluso una empresa con unos amigos, nos tiramos a la piscina sin red, soñando con crear nuestros propios juegos, me sentía parte de algo, tenía propósito, energía, aspiraciones. Aprendí más en ese tiempo que en cualquier máster: sobre trabajo, frustración, creatividad, burocracia, presión, ilusión… Fue una etapa intensa, de mucho crecimiento como artista 3D, programador y como persona, mi resiliencia se empezó a modelar en esta etapa, algo en mí se negaba a rendirse. Seguía.

Milo Thatch - Disney 3D Character

Milo Thatch - Disney 3D Character

3D Modeling Blender

Pero como tantas cosas en esta industria, aquello murió. Se esfumó.

Se esfumó como los proyectos cuando el dinero no es suficiente.

Se esfumó como esa promesa de estabilidad que se rompe y la ilusión ya no basta.

Se esfumó como cuando te aferras a una chispa de esperanza que crees que esta vez, sí, esta vez, funcionará… y no.

Y ahí me vi, otra vez rearmándome. Con experiencia acumulada de programador y de artista 3D en mi bolsillo, y el mercado empezando a pedir perfiles híbridos. Así fue como, casi por necesidad más que por elección, acabé reconvirtiéndome en Technical Artist. Mezclando lo que sabía con lo que tocaba. Aprendiendo sobre la marcha. Reinventándome. Como tantos otros.

Por un tiempo, pensé que lo había conseguido. Encajé. Formé parte de equipos reales, trabajé en proyectos que importaban, en empresas donde por fin sentía que mi sitio tenía sentido. Me sentía a gusto, mis amigos estaban orgullosos de mí, me admiraban por lo que había conseguido a lo largo de los años. Pude saborear fugazmente la estabilidad laboral.

Pero eso no duró mucho, la ilusión se deshacía entre crunches, "simples cambios de dirección", cierres, despidos, cancelaciones de proyectos o las miles de pruebas de arte que tenemos que hacer (aka, trabajar gratis) para encontrar trabajo. Proyectos que se caen de un día para otro. Empresas que no te permiten un error, se extrañan de que seas un humano y solo te lanzan presión porque sabes hacer tu trabajo, pero "eh! lo estás haciendo bien", sin embargo de un día para otro te echan. Los estudios que nos exprimen y luego nos sueltan sin mirar atrás.

Siempre había algo que acababa rompiendo esa estabilidad que tanto costaba alcanzar.

Y esa pasión que me había acompañado toda mi vida… empezó a apagarse.

Quizá estas palabras te suenen. Quizá las hayas leído antes, o quizá, como yo, las estés viviendo ahora.

No soy especial. Soy uno más. Soy como tú.

Y por eso estoy escribiendo esto.

Porque una vez más, me toca reinventarme. No es la primera vez que cambio de piel, ni será la última. Pero esta vez no lo hago por ambición, ni por curiosidad, ni por ganas de aprender algo nuevo. Esta vez lo hago por hartazgo. Por supervivencia emocional. Porque necesito dejar atrás una industria que no ha sabido cuidar de mí. Ni de muchos otros.

Durante años le di todo: amor, tiempo, dedicación. Le entregué noches sin dormir, fines de semana con el ordenador encendido, proyectos personales para mejorar, para estar “al nivel”, para que me vieran. Pero nunca fue suficiente. La industria nunca devolvió lo que yo le di. Nunca cumplió aquella promesa que parecía tan real cuando entré: la de formar parte de algo grande, de crear mundos con otros locos como yo, de poder vivir de una pasión compartida.

Se suele decir que “la industria está pasando por un mal momento”, como si fuera algo puntual. Una tormenta que ya pasará. Pero no. La industria siempre ha estado en crisis. Al menos desde que yo entré. Más de diez años dentro y no recuerdo un solo periodo sin recortes, despidos, proyectos cancelados, estudios cerrando. La precariedad no es la excepción. Es la norma.

Adidas Forum High 84 3D Model

Adidas Forum High 84

3D Modeling Blender

La competitividad constante nos está matando. En este sector no eres una persona. Eres un recurso. Da igual tu recorrido, tu portafolio, tu entrega; siempre hay alguien más joven, más barato, más disponible. Somos fácilmente reemplazables. Pero, irónicamente, para conseguir uno de esos puestos donde apenas puedes respirar, el proceso es eterno. Entrevistas que se alargan durante semanas. Y lo peor: las pruebas de arte.

Lo único que recibo son mensajes que empiezan con “lamentablemente…” (unfortunately…) o, simplemente, silencio.

Ah, las pruebas de arte. Podría escribir un libro solo sobre eso. Sobre cómo juegan con tu ilusión, cómo te hacen invertir horas —días, incluso semanas— en tareas no remuneradas que probablemente no sirvan para nada. Porque lo sabemos: muchas veces esas pruebas no son para evaluar. Son para sacar trabajo gratis. Y aun así, las hacemos. Porque hay que hacerlo. Porque si no lo haces tú, lo hará otro. Porque hemos tragado tanto, que ya casi no nos duele.

He visto de todo. Pruebas de ocho horas. De una semana. De dos. Algunas disfrazadas de “tómate el tiempo que necesites”, como si eso hiciera la situación menos injusta. Pero da igual cómo lo edulcoren. Al final, es lo mismo de siempre: usarte para trabajar gratis sin valorarte.

Y lo más frustrante es que muchas veces esa es la primera toma de contacto. Ni un café, ni una llamada, ni una conversación real. Solo un mail con una prueba. Ahí lo tienes, demuéstranos que mereces estar aquí. Como si no lleváramos ya años demostrándolo. Como si el simple hecho de seguir en pie no fuera ya suficiente prueba.

Y aquí estoy. Buscando trabajo. Tragando. Haciendo lo que toca. Pero ya no quiero seguir funcionando así. Estoy cansado de mendigar oportunidades en un sector que, una y otra vez, me ha demostrado que no le importo. Así que esta vez, mientras sigo buscando, voy a hacer algo distinto. Voy a cambiar esto. Empezando por mí.

Si tú también te sientes así, no estás solo. Puedes escribirme. O compartir esto.

Ya va siendo hora de dejar de callarlo.